miércoles, septiembre 17, 2008

Diego Armando Maradona


La inigualable carrera del mejor futbolista argentino de la historia. Sus datos, vivencias, trayectoria y estadísticas.

Para los argentinos, Diego Armando Maradona es un auténtico emblema del país. Trascendió todas las fronteras. Es de seguro nuestro mejor "producto de exportación". Una marca registrada que brilla de manera perenne con luces propias. Su inigualable talento, carisma y hasta sus polémicas, lo convirtieron en el personaje más famoso del planeta. Para el pueblo futbolero argentino, el Dios de la pelota, un artista. Impredecible, mágico como el segundo gol a los ingleses en la Copa del Mundo México 1986, Diego cautivó como nunca un deportista lo había conseguido. Su enorme fama le trajo muchos sinsabores, a tal punto que en el libro "Yo soy el Diego de la gente", publicado en 2000, aseguró "yo viví 40 años pero valen por 70. Me pasó de todo. De una patada fui de Fiorito a la cima del mundo y ahí me tuve que arreglar solo". Su momento cúlmine lo tuvo en el citado Mundial, donde se convirtió en un verdadero regalo para los ojos. Figura del Campeón, Argentina y del Torneo. Hizo todo, hasta el gol más grande que registra esta competencia.
Nuestro fútbol cobijó notables jugadores. Pero ninguno como Diego Armando Maradona. Por consenso unánime, el mismo día de la celebración de su primer centenario, 21 de febrero de 1993, la Asociación del Fútbol Argentino distinguió a Diego como "el mejor futbolista argentino de la historia".

Nació en Lanús, el 30 de octubre de 1960. De familia humilde, a corta edad ya mostró su llamativa habilidad con la pelota. Francisco Cornejo fue su descubridor, aunque el dato es sólo una anécdota, porque su magia no tardaría en ser puesta en evidencia ante los ojos del mundo. A tal punto que el equipo infantil que integraba, Los Cebollitas, convocaba gran cantidad de público que iba a ver "al chico que la lleva atada y es capaz de hacer jueguito mil veces sin dejarla caer". Su incomparable talento permitió que, 10 días antes de cumplir los 16 años, el técnico de Argentinos Juniors, Juan Carlos Montes, lo hiciera debutar en Primera División, a los 20 minutos del segundo tiempo, en un partido que Talleres de Córdoba ganó 1-0. Fue el 20 de octubre de 1976. Día que empezó la otra historia. La del más grande. De ahí en más construyó una carrera inolvidable, que lo invitamos a repasar:



Selección Juvenil 1977-79:
Partidos: 23
Goles: 11

Selección Mayor 1977-1994:
Partidos: 91
Goles: 34


Argentinos Juniors 1976/80:
Partidos: 166
Goles: 116

Boca Juniors 1981:
Partidos: 40
Goles: 28

Barcelona, España 1982-83:
Partidos: 58. 36 (Liga), 9 (Copa del Rey), 7 (Copas de Europa) y 6 (Copas de Liga)
Goles: 38. 22 (Liga), 4 (Copa del Rey), 8 (Copas Europeas) y 4 (Copa de Liga)

Napoli, Italia 1984-91:
Partidos: 259. 188 (Liga), 46 (Copa Italia) y 25 (Copas Europeas)
Goles: 115. 81 (Liga), 29 (Copa Italia) y 5 (Copas Europeas)

Sevilla, España 1992-93:
Partidos: 29. 26 (Liga) y 3 (Copa del Rey)
Goles: 7. 4 (Liga) y 3 (Copa del Rey)

Newell´s Old Boys 1993: 5 partidos

Boca Juniors 1995-97:
Partidos 31. 30 (Liga) y 1 (Supercopa)
Goles 7.



La Selección, su gran amor:

Para él vestir la camiseta celeste y blanca fue la mayor satisfacción de su carrera deportiva. La consagración como el mejor jugador del mundo fue en el Mundial de México 1986, el título máximo y su más grande sueño desde chico. Diego siempre quiso jugar en la Selección. Cuando era un pibe, en un emocionante testimonio que quedó inmortalizado en un video, aseguró, en forma inocente, sincera: "mi primer sueño es jugar en la Selección y el segundo, ganar el Mundial".
Una frase suya resume el profundo placer que le provoca representar a nuestro país: "cuando me pongo la camiseta de la selección, el sólo roce de la tela ya me eriza la piel". Diego también ofreció su pensamiento acerca de su estilo de capitanía: "En enero de 1983 estaba en Lloret de Mar, en la Costa Brava española, recuperándome de la maldita hepatitis. Apareció Bilardo, que ya era el nuevo técnico del Seleccionado argentino.

- Quiero saber cómo estás y también comentarte mis planes para el Seleccionado, por si te interesa participar... Quiero saber si tenés alguna exigencia económica o algo.
- ¡¿Exigencia económica para jugar en el Seleccionado?! De eso olvídese, Carlos... Yo, por defender la camiseta argentina jamás voy a hacer un problema.
- Bueno, bárbaro, bárbaro... También quiero decirte que, si estás de acuerdo, vas a ser el capitán de la Selección.

"Lo primero que me propuse en ese momento fue construir algo, una conciencia: jugar por la Selección debía ser lo más importante del mundo. Si teníamos que viajar miles y miles de kilómetros, hacerlo; si teníamos cuatro partidos por semana, jugarlos; si teníamos que vivir en hotelitos que se caían a pedazos, aceptarlo... Todo, todo por la Selección, por la celeste y blanca. Ese era el estilo que quería transmitir". Ese era Maradona.

Una historia celeste y blanca:

El idilio recíproco comenzó una tarde de febrero de 1977, cuando después de una práctica de juveniles (él y sus compañeros) contra los mayores (ellos, Passarella, Gallego, Luque, Bertoni), el Flaco César Luis Menotti lo llamó aparte y le dijo, casi al oído, para que no se enterara nadie, que iba a quedar concentrado con los mayores, para el amistoso contra Hungría.
El 27 de febrero de 1977 se produjo el gran debut. Y aunque Diego sabía que sólo iba a entrar si el partido se ponía fácil, el "¡Maradóóó, Maradóóó!" bajó temprano de las tribunas, reclamando la presencia de ese pibe que apenas tenía 12 partidos en Primera División pero talento de experto. Diego jugó unos minutos.
Poco más de un mes después, el 28 de marzo de 1977, estuvo presente en el triunfo de la Selección Juvenil 3 a 2 al Combinado de Chascomús. Sólo cinco días luego, en Cipolletti, convirtió su primer gol con esa casaca. Pocos meses después vivió su primera frustración: integró el equipo que viajó a Venezuela y no pudo ganar ni un partido.
Sin embargo, no tardaría en llegar el golpe más duro, según él, el peor de todos: César Luis Menotti, a último momento, no lo convocó para el Mundial de 1978, justo en Argentina. Lloró sin consuelo, con bronca, rabia y desconsuelo. Le prometió a su mamá, a su papá, a su novia, a todo su entorno, que ganaría todos los trofeos que hubiese en el mundo y se los llevaría a su casa.
En el camino de cumplir esa promesa, sorprendió al alemán Franz Beckenbauer, nada menos. Después de un partido amistoso que le ganaron al Cosmos, en Tucumán, el 3 de noviembre de 1978, el gran Káiser le pidió su camiseta, como recuerdo.
En enero de 1979, Diego participó con la Sub 20 en el Sudamericano de Uruguay, que clasificaba para el Mundial Juvenil, que ese mismo año se iba a disputar en Tokio.
El Mundial de Japón empezó a darle grandes satisfacciones: "Nunca me divertí tanto dentro de una cancha. Sacando mis hijas, me cuesta encontrar una alegría semejante" definió el propio Diego varios años después. El equipo fue único, inolvidable. Formado por el querido Ernesto Duchini y moldeado por Menotti, la formación se podía recitar de memoria: Sergio García; Carabelli, Juan Simón, Rossi, Hugo Alves; Barbas, Rinaldi, Maradona; Escudero, Ramón Díaz, Gabriel Calderón.
El título de campeón del mundo Juvenil prenunciaba aún más gloria. Diego regresó a Buenos Aires con la copa, esa que les había prometido a Don Diego, a Doña Tota, a Claudia, a sus hermanos. E iba por más.

La mayor:

Luego de su debut ante Hungría, en febrero de 1977 y tras 9 partidos, Maradona gritó un gol propio por primera vez. Fue el 2 de junio de 1979, en Glasgow, contra Escocia. La Argentina ganó 3 a 1. Los escoceses aplaudieron de pie la celebración del primer tanto de ese pibe con el pelo cortito, que se preparaba para cumplir con el servicio militar, del que finalmente fue eximido. Y tanto le gustó el festejo, que en el siguiente partido lo patentó, saltando al aire, las piernas abiertas, la rodilla derecha más arriba y el puño del mismo lado revoleado al cielo: fue en el Monumental, el 25 de junio de 1979, contra los fenómenos de Resto del Mundo.
Hacer goles se le hizo costumbre. Marcó ante Bolivia, República de Irlanda, Polonia, la Unión Soviética y Brasil. Engolosinado como estaba, en Viena, el 21 de mayo de 1980 le hizo 3 a Austria. El "monstruo" pisaba cada vez más fuerte.
.En 1981 jugó apenas 2 encuentros no marcó. Todo una novedad. Enseguida llegó la vigilia del Mundial '82, que la apuró con la disputa de 5 cotejos.
Para un ganador como Diego, España '82 fue una gran frustración. Ya transferido al Barcelona, todos los ojos estaban posados sobre él, esperando la explosión del número uno. No pudo ser. Y por razones varias: un grupo sin demasiado hambre, fallas tácticas, carencias individuales y muy poca protección arbitral. Si se busca una alegría de aquel debut mundialista, es posible encontrarla en sus dos primeros goles a semejante nivel: los dos a Hungría, el 18 de junio de 1982, para el 4 a 1. A los golpes, después, el italiano Claudio Gentile empezó a empujarlo. Y una sobrada de los brasileños provocó la definitiva salida: planchazo en los genitales a Dirceu, tarjeta roja y la despedida primera Copa del Mundo, el 2 de julio de 1982.
Volvió a jugar en el seleccionado casi tres años después. Ya era jugador del Napoli. Carlos Salvador Bilardo lo eligió y él aceptó: sería capitán, sería titular, sería bandera. Fue, quizás, el mayor acierto de Bilardo en toda su carrera. El compromiso de Diego fue tan grande que aquel 9 de mayo de 1985, cuando se puso otra vez la camiseta albiceleste, contra Paraguay, 1 a 1, quedará en la historia por eso y por el agotador periplo que aceptó realizar el "Diez", símbolo de un compromiso sin reservas, que sería la marca registrada de los seleccionados argentinos durante mucho tiempo. Cruzar el Atlántico no era cansador para él si del otro lado estaba el equipo nacional.
La pelea, entonces, fue otra: nadie, salvo los jugadores y el cuerpo técnico, quería al seleccionado. Y la clasificación agónica para el México '86 no ayudó nada de nada. Pero Diego confiaba. Y Bilardo confiaba en Diego.
Nadie es capaz de refutar que la influencia de Diego Armando Maradona en aquel equipo campeón del mundo no tiene comparación. Y que pocas veces en la historia hubo un número uno tan definido. Debería bastar con la mención del mejor gol de todos los tiempos: 22 de junio de 1986, estadio Azteca, México, toda Inglaterra en el camino, la pelota en el arco... Hay más, hay otro tanto histórico en el mismo partido, con La Mano de Dios. Como robarle la billetera a los ingleses, éste; vengar a los pibes de Malvinas, aquel. Definiciones de Maradona, todas. Tras tocar el cielo con las manos, vinieron tiempos de lucha. Dos Copa América, 1987 en la Argentina y 1989 en Brasil, para olvidar rápido. Y enseguida, el desafío de Italia '90, para defender lo que era suyo: la Copa del Mundo. A ningún Mundial llegó Maradona como a aquel. Venía de lograr su segundo scudetto con el Napoli, volaba físicamente. Hasta que una uña encarnada del dedo gordo del pie derecho le puso un bache en el camino, una gripe inoportuna otro más y las patadas de los cameruneses finalmente lo detuvieron. Fue el 8 de junio de 1990, en el Giusseppe Meazza de Milano; Camerún 1, Argentina 0; una de las derrotas más dolorosas en la carrera de Maradona.
Como tantas otras veces, enojarse y arrancar de nuevo fue la fórmula. A fuerza de pura garra, un inolvidable pase a Claudio Caniggia para eliminar a los brasileños y la fortuna de los penales con Yugoslavia e Italia, Argentina alcanzó otra final. Tras una confusa jugada en la que el árbitro mexicano Edgardo Codesal cobró penal para los alemanes, fue subcampeonato. Para Diego, inservible. Los segundos puestos no se festejan. Diego lloró en la cancha, al final. Lloró con la grandeza que no tuvo el público para entender esa tristeza y silbó. Para Diego, fue uno de los peores golpes de su vida: "Nunca imaginé que hubiera gente que se alegre por mi tristeza", dijo entonces.
Le costó volver al seleccionado después de tanto dolor. Poco más de dos años y medio. El 18 de febrero de 1993, en el marco de los festejos por el centenario de la Asociación del Fútbol Argentino, jugó contra Brasil, en el Monumental. Ya había sido nombrado, con justicia, qué duda cabe, el más grande futbolista argentino de la historia.
Y cuando pocos pensaban que volvería, tras aquella suspensión por 15 meses del '91, allí estuvo, liderando al equipo del Coco Alfio Basile hacia la clasificación para el Mundial de 1994. En Estados Unidos mostró que su magia estaba intacta. Distendido, maduro y con ganas de hacer historia, Diego se mostró en muy buena condición. En los entrenamientos hacía jueguito con una mandarina, una pelotita de golf, una piedra. Buen humor y un equipo que alimentaba la esperanza. Gritó su gol inolvidable contra Grecia, el 21 de junio de 1994, y luchó contra los nigerianos. Al final de ese encuentro, fue sometido al control antidoping. Dio positivo y fue separado del plantel. Fue su último partido en la Selección.
Se volvió a calzar la celeste y blanca el 10 de noviembre de 2001, el día de su partido homenaje en La Bombonera. La AFA puso a su disposición el plantel completo de la Selección Argentina que 7 meses después jugó el Mundial de Corea Japón. Diego actuó un tiempo para la Selección y otro para un Combinado de Estrellas. Maradona cerró esa fiesta inolvidable con una frase que marcó a fuego a sus seguidores: "El fútbol es el deporte más lindo y sano que existe en el mundo. Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha ...".

Detalles y curiosidades de su paso por la Selección:

- Es el debutante más joven de la historia: tenía 16 años 7 casi 4 meses.
- Su trayectoria con la camiseta nacional es la más larga: 17 años y casi 4 meses.
- Posee 2 récords para un jugador argentino: jugó 4 Mundiales (España 1982, México 1986, Italia 1990 y Estados Unidos 1994), con la inigualable cifra de 21 presencias.
- Anotó 4 goles en los 12 cotejos de Copa América que disputó (1979, 1987 y 1989).
- En 1980, 1981, 1985, 1986 y 1987 fue el goleador anual de la Selección: sólo Gabriel Omar Batistuta tiene una mejor marca.
- Convirtió en 26 de sus 91 presencias.
- Es el futbolista que más veces fue capitán de la Selección: 57, con 22 goles.
- Los 91 partidos internacionales en los que actuó, los hizo perteneciendo a 6 entidades diferentes: Argentinos Juniors, Boca Juniors, Barcelona, Napoli, Sevilla y Newell´s.
- Sus 34 tantos en la Selección se reparten de la siguiente manera: Austria, Venezuela e Israel, 3; Hungría, Inglaterra, Bélgica, Italia, Ecuador y Unión Soviética, 2; Escocia, Bolivia, Resto del Mundo, Irlanda, Polonia, Suiza, Brasil, Paraguay, Chile, México, Perú, Marruecos y Grecia, 1.
- Sólo 3 veces Maradona convirtió goles y la Selección perdió.
- Italia, Brasil y Alemania Federal fueron las Selecciones que enfrentó en mayor cantidad de oportunidades: 6.
- Argentina ganó 42 de los 91 cotejos en los que actuó Maradona y sólo perdió 20.